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Después de Eid

autora: Myra Crane

Hace una semana, mis amigos refugiados afganos, recién asentados en un barrio cercano, compraron y sacrificaron ceremonialmente un cordero. Conmemoraron la disposición obediente de Abraham de sacrificar a su hijo Ismael** y la provisión de una oveja expiatoria por parte de Alá. Eid ul-Adha es su celebración religiosa más importante del año, y se espera que todos los musulmanes participen en ella.

Lamentablemente, justo antes del Eid, Fátima* sufrió un aborto espontáneo muy difícil. Esta nueva pérdida viene a coronar una serie de problemas, como la salida traumática de su tierra natal, el dolor causado por un terremoto reciente que devastó su aldea afgana y la rutina de los desafíos relacionados con el reasentamiento en una tierra donde casi todo es muy diferente. Admiro cuán valiente y amorosamente Fátima atiende a su familia y da lo mejor de sí en medio de muchos conflictos abrumadores. Últimamente, me he estado preguntando de dónde saca tanta fuerza interior.

Hasta que un día de la semana pasada, me di cuenta de que Fátima no está tan bien como parece. Veo que está asumiendo algunos deberes religiosos extra al rezar con más rigor, y está tomando precauciones con sus hijos para protegerlos de los posibles efectos del mal de ojo. Estoy segura de que se está esforzando más para ganarse el favor y la protección de Alá, ya que cree que las dificultades son una muestra de su prueba de fe o desagrado. Por fuera parece estar bien, pero por dentro le duele el alma.

No es raro que los musulmanes intensifiquen sus prácticas de buenas obras después de una celebración religiosa como Eid ul-Adha. Los musulmanes sinceros se esfuerzan mucho para complacer a Alá. Es lamentable que Fátima y las muchas familias de refugiados como la suya deban experimentar esta angustia, esforzándose desesperadamente para merecer el favor de Alá en tiempos tan devastadores.

Querido Jesús,

Tu Palabra nos dice que cuando Agar huyó de la ira de Sara, “el ángel del Señor” la encontró en el desierto y la rescató. Agar te llamó “el Dios que me ve” (Gn. 16:13). Tú ves a Fátima, y moriste para salvarla como lo hiciste conmigo. Viniste a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10). Eres el único que Fátima necesita.

Tu Palabra también dice que traes a la gente adonde nosotros vivimos, para que los que te buscan puedan encontrarte. (Hechos 17:26-27). Sé que me das vecinas como Fátima para compartir tu amor con ellas. Por favor, úsame para ayudarlas a encontrarte.

Para alabanza de tu gloria,

Amén.

* Fátima es un seudónimo.

** Los musulmanes creen que Abraham debía haber sacrificado a Ismael, no a Isaac.