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La primera gran pregunta de Dios

Cuatro semanas después de comenzar el 2021, miles de millones de personas en todo el mundo ya estamos haciendo lo posible por retomar metas de vida admirables y ser mejores administradores de la vida que Dios nos da, especialmente porque muchas de nosotras hemos sufrido pérdidas reales en los últimos meses. Buscamos la restauración y el alivio del caos provocado por la pandemia, el aislamiento y los cismas sociales. Le pedimos al Señor que nos escudriñe, que conozca nuestros corazones y corrija cualquier camino que le desagrade (Salmo 139:23-24), para que nuestro caminar con él y con los demás no se vea obstaculizado por las preocupaciones y la falta de visión.

Justo al inicio de recibir un matrimonio diseñado por Dios, Adán y Eva cometieron un error devastador. Cedieron a la tentadora invitación de Satanás de probar el único fruto que Dios había prohibido en su paraíso increíblemente perfecto y con todo incluido en el Jardín del Edén.

Todo allí era gratis y garantizado, siempre que obedecieran esa única y simple condición. Disfrutaban de una amistad íntima con Dios, del puro deleite mutuo y de todo cuanto deseaban comer o contemplar. No tenían que imaginar la exquisita belleza diurna y nocturna del jardín, o la flora y la fauna inmaculadas que Adán ya había tenido el privilegio de nombrar. La bóveda celeste de Dios iluminaba su camino día y noche.

Toda esa maravilla se desvaneció en el mismo momento en que perdieron el señorío de Dios al comer del fruto prohibido.

Ahora, agobiados por una vergüenza y un miedo desconocidos, se escondieron de Dios. Pero él los buscó con la primera pregunta que le hizo a cualquier ser humano:

¿Dónde estás tú?

Lo primero está destinado a sobresalir, ¿no es verdad? Pues Dios quiso que esta pregunta también se destacara.

Adán y Eva se habían salido del plan perfecto de Dios para ellos y sufrieron las graves consecuencias de su pecado. Sin embargo, en el mismo momento en que se dieron cuenta de su problema, ya Dios estaba obrando para salvarlos. Advirtió a Satanás de su “aplastamiento” venidero, anunciando su respuesta salvífica al vergonzoso problema del pecado que Adán y Eva habían incitado tan descuidadamente.

Ya desde el Jardín del Edén, Dios buscaba a los perdidos para salvarnos a todos (Génesis 3:15).

En verdad, la totalidad de la misión de Dios para la humanidad gira alrededor de esta incisiva pregunta: “¿Dónde estás tú?” La primera pregunta de Dios al primer ser humano se extendió a todas las generaciones a través de la obra salvífica del mismo Cristo, quien todavía busca y salva a los perdidos de todo el mundo por su gran amor por todos (Juan 3:16).

Nosotras, en Diga Hola, hemos reflexionado sobre esta pregunta específica durante algunos días y estamos agradecidas; agradecidas de haber sido encontradas; agradecidas de ser parte del deseo de Dios de que nadie se pierda, sino que todos disfruten de su compañía por siempre. Gracias por unirse a nosotras en este espíritu de gratitud mientras nos unimos y nos esforzamos por llevar la verdad de Dios a todos los musulmanes.