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Nuestras nuevas vecinas afganas: inmigración a los Estados Unidos

autora: Jordan Baker

En las próximas semanas y meses, se espera que los Estados Unidos ubique a 37 000 afganos en comunidades de 46 estados. Puede respirar aliviada por estos refugiados que parecen estar finalmente entrando en un lugar de comodidad y descanso, después de huir desesperadamente de los talibanes, pero cuando termine un viaje inimaginablemente difícil, otro comienza. Los afganos han estado luchando por la seguridad de sus familias y su futuro, y esta elección conlleva una profunda pérdida del pasado. 

Si bien hay libertad física de la atmósfera turbulenta de Afganistán, esta comodidad no se extiende a las diferencias culturales, las barreras lingüísticas, las transiciones no planificadas, el desempleo, las pérdidas físicas y emocionales y las incertidumbres inimaginables que ahora son realidades para todos los refugiados que ingresan a los Estados Unidos. Los afganos que antes ocupaban puestos de alto mando están dejando atrás su autoridad para entrar humildemente en una nueva nación. Las mujeres están dejando atrás los hogares ancestrales que solían cobijar a sus familias para aprender a establecer nuevos lugares de comodidad.

Es posible que no sepamos cómo responder a una pérdida como esta si nunca nos hemos visto forzadas a abandonar todo lo nuestro e ingresar de manera vulnerable a un lugar nuevo con las manos vacías. Sin embargo, podemos acudir a alguien que está familiarizado con este y con todo tipo de sufrimiento: Jesús. Incluso si no hemos estado en el lugar de nuestras vecinas afganas, él sí y nos ha mostrado cómo amarlas en sus lugares vulnerables. Jesús puede estar más cerca de ellas ahora que nunca.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mt. 11:28-30)

¿Cuán personal les puede parecer nuestro Salvador, ahora que buscan el consuelo que él puede ofrecer y enfrentan las cargas que él lleva?

Treinta y siete mil es un número grande. Puede ser abrumador incluso imaginarse a tantas personas a la vez. Sin embargo, debemos tener cuidado de no abrumarnos tanto con los 37 000 afganos que llegan que descuidemos a la mujer afgana con la que nos cruzamos en la tienda de comestibles. A menudo sentimos la presión de salvar a los 8000 millones de personas en el mundo, pero debemos centrarnos más en aquellos que Dios ya ha puesto en nuestro camino. Dios está abriendo nuevos caminos para que amemos a sus “pequeños afganos.” Un viaje de 7500 millas se ha reducido a un paseo por la calle para simplemente decir “hola” y mostrar un rostro amable. Las vulnerabilidades de las que nuestros nuevos vecinos no pueden escapar permiten que nuestros simples actos de amor lleguen profundamente a sus corazones sedientos.

Ofrecemos un recurso sobre los lugares dónde se espera que los afganos se reasienten en los Estados Unidos: https://www.cbsnews.com/news/afghan-refugees-resettled-by-state/