El Cordero pascual

autora: Myra Crane

La Pascua es un tiempo para reflexionar. Con gratitud, recordamos la cruz de Cristo, su tumba temporal y la verdad de su gloriosa resurrección.

Las imágenes de la Pascua se filtran en nuestras celebraciones de muchas maneras. Una de mis favoritas es el “cordero a la mantequilla” que algunos de nosotros todavía incorporamos en nuestra fiesta de Pascua. En estos días, algunas tiendas seguirán vendiéndolos ya elaborados, pero algunas de nosotras los preparamos nosotras mismas. Echamos mantequilla blanda en un molde de cordero, la refrigeramos, retiramos la forma de cordero del molde y la colocamos en nuestra mesa especialmente preparada para la comida de Pascua, justo al lado de la canasta de panecillos de levadura calientes que hemos estado deseando desde que el pastor los menciona en el sermón del domingo de Pascua, cuando nuestras mentes comienzan a pensar en el almuerzo.

El cordero a la mantequilla es una adición muy especial a nuestra cena. En realidad, nadie habla de eso, pero cada vez que alguien dice: “Pásame la mantequilla, por favor,” nos hace recordar que Jesús es el “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Mi esposo cuenta la hermosa historia de un cordero que se remonta a nuestros años en Asia Central, cuando estaba visitando a un cristiano local de origen musulmán. Tim* había dejado el islam y había hecho de este Cordero de Dios el Señor de su vida.

Mi esposo y un colega fueron invitados a comer a la casa de Tim, donde él los recibió como sus “invitados de honor.” Estos invitados aprendieron el significado real de tal honra cuando Tim les presentó el plato principal de la cena. Tim sonrió con orgullo y colocó una cabeza de cordero cocida delante de ellos.

Mi esposo recuerda su asombro inicial cuando vio una cruz perfectamente tallada en la frente del cordero. Estaba grabada piel adentro, verticalmente desde la parte superior de la cabeza hasta la mitad de la nariz y horizontalmente sobre los ojos desde un lado de la frente hasta el otro. Mi esposo le pidió a Tim que explicara el significado de la talla.

Tim explicó que los kazajos siempre tallan una cruz en la cabeza de un cordero cuando la preparan para servirla en una cena. Indicó que los musulmanes en la región donde él vive dicen que lo hacen porque sus antepasados lo han hecho desde que se tiene memoria, aunque no saben la razón detrás de la práctica.

Tim, sin embargo, al sospechar una conexión entre la práctica y su fe cristiana personal, había buscado una respuesta a la pregunta desde el principio. En sus lecturas sobre la historia de la Iglesia de Oriente, aprendió que hace siglos, los misioneros nestorianos llegaron al este por la Ruta de la Seda y llevaron el evangelio al pueblo ancestral de Tim. Cuando escucharon que Jesús era el Cordero de Dios que quita los pecados, decidieron que siempre tallarían la cruz en la frente del cordero que comían, en memoria de él, este Cordero de Dios, que se había convertido en el invitado de honor de cada comida.

Mi esposo atesora este momento agridulce. Él recuerda: “Mientras reflexionábamos sobre la poderosa verdad que Tim estaba compartiendo, comenzó a cortar y servir pedazos de la cabeza del cordero. Empezó por cortar las orejas y nos las pasó a mi colega y a mí. Se sirvieron otros pedazos de la cabeza al resto de los comensales, hasta que todos recibieran una porción especial.”

Continuó narrando: “Me conmovió pensar en los creyentes del pasado que instituyeron esta práctica. También pensé en cómo el surgimiento del islam en Asia Central borró el significado de la cruz sobre la cabeza del cordero porque el islam sostiene que Jesús, el Cordero de Dios, no murió allí.”

¡Qué importante es que los seguidores de Cristo en todas partes sirvan a los musulmanes las buenas nuevas de la provisión del Cordero de Dios para ellos en esa cruz! Él llevó sus pecados sobre sí, para que tuvieran la seguridad del cielo junto a él.”

Esta Pascua, mientras reflexionamos con gratitud sobre este importante momento con la familia, los amigos y los colegas, también recordamos a los cientos de millones de musulmanes a quienes aún no se les ha servido la verdad sobre este Cordero de Dios. Que el Espíritu Santo nos guíe y nos fortalezca hasta que todos sean atendidos, dondequiera que se encuentren.

¡He aquí, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Juan 1:29

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