La balanza del Ramadán: pesar las buenas y malas acciones en el islam

Tengo aversión a las básculas de baño. Suena loco, pero las considero más enemigas que amigas. Quiero que las libras se vean bien, no mal. Entonces, a veces simplemente las evito o las ignoro, y se llenan de polvo. Y sí, siendo sincera, tengo hasta un ligero temor hacia ellas. Cuando voy a mi examen físico anual, me quejo cuando me subo a esas balanzas altas y amenazantes, y la enfermera ajusta los pesos y luego registra el número. ¿Tiene que registrarse obligatoriamente? Es extraño cómo nos interesa saber el peso exacto de un recién nacido, pero a medida que envejecemos, no siempre queremos saber nuestro número. Cuando estamos enfermas, el aumento o la pérdida de peso son bastante significativos. Sí, las balanzas revelan mucho.

Hay otro conjunto de balanzas que pueden evocar emociones en las personas, especialmente en las mujeres musulmanas. Cuando menciono la palabra mezan a mis amigas musulmanas, es casi como si pudiera percibir que sienten un escalofrío. A muchas de ellas les gustaría ignorar el mezan, pero no pueden. Sadia me dijo: “Joy, todo lo que hacemos: ayuno, oración, obras de caridad, es para la próxima vida, no para esta. No debes pensar que es para esta vida. No, es para la próxima.” Casi podía visualizar una imagen del mezan mirándola fijamente, infundiendo pánico y miedo.

Khalida me dijo con orgullo que había ayunado seis días más este año. Entonces le pregunté si había sido por el mezan, y me respondió que sí. Según los musulmanes, Alá tiene una balanza para pesar las acciones buenas y malas. El día final del juicio, el veredicto de su destino eterno se decidirá sobre la base de sus buenas o malas acciones. Cómo me duele el corazón por mis amigas musulmanas. No puedo imaginar vivir con esa perspectiva aterradora. Alá lleva un registro o hisab. Deben asegurarse de que sus buenas acciones superen las malas. Y luego esperan a que llegue la hora y tienen la esperanza de que suceda lo mejor, y se aferran a la creencia de que Alá es misericordioso, pero nunca están libres de la incertidumbre y el miedo.

La buena noticia es que Jesucristo ha quitado las malas acciones, el juicio, la culpa y el castigo de mi vida y los ha puesto sobre sí mismo en la cruz. Me he arrepentido de mis pecados y he creído en el sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz, quien me concede el regalo del perdón. Estoy llena de gratitud por este regalo cuando lo acepto por fe. Él se ha tomado la carga de mantenerme alejada del hisab. Mis malas obras (pecados) ya no se pesan en un mezan. El mezan está vacío. El mezán no está.

El registro de mis pecados ha sido borrado, no por el ayuno, el sufrimiento, el castigo o las buenas obras, sino por la sangre de Jesús derramada en la cruz. ¡Qué maravilloso Salvador tenemos, lleno de gracia, misericordia y amor! Ama a la gente buena y a la gente mala: sí, incluso a la gente mala. El perdón de mis pecados es un regalo, no algo por lo que tengo que realizar buenas obras. Él sabe que nuestras buenas obras nunca pueden cancelar nuestras malas acciones. Él sabe que nuestras buenas obras nunca podrán estar a la altura de su justicia y santidad. Jesús carga con nuestras malas acciones o pecados, y luego, en su gracia, nos viste con su propia bondad. Estoy siendo transformada mientras sigo a Jesús. Es un don llamado gracia.

Pregúntele a su amiga durante el Ramadán qué significa el mezan para ella.

Amado Padre celestial, gracias porque nos ves sin mezan. En el nombre de Jesús, Amén.

Esta publicación apareció originalmente en el blog personal de Joy Loewen. Usada con permiso.

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