Mi oración en el Día Internacional de la Mujer
Mi oración en el Día Internacional de la Mujer
“No puedo orar hoy.” Estas palabras todavía resuenan en mis oídos. Nuestras familias caminaban juntas en el parque cuando sonó el llamado a la oración islámica vespertina. Prakash miró con anhelo la mezquita cercana cuando de repente un gran pájaro hizo sus necesidades en su mano. Horrorizado, Prakash levantó la mano y gritó: “Ahora no puedo orar. ¡No puedo orar hoy! No estoy limpio. No estoy lo suficientemente limpio para orar.” Como musulmán devoto, las heces de los pájaros habían hecho ineficaces sus oraciones. Nuestra excursión en el parque quedó interrumpida ese día; Prakash necesitaba encontrar una manera de limpiarse de nuevo.
Han pasado algunos años desde ese fatídico día con el pájaro, pero pienso sobre ello a menudo. Mi corazón se quebranta por Prakash y su difícil situación, pero la condición de su esposa me ha conmocionado mucho más. En el islam, las mujeres se consideran sucias la mayor parte del tiempo debido a las funciones corporales, las etapas reproductivas y la esencia misma de ser mujer. A quien realmente escucho clamar en silencio es a Oshu, la esposa de Prakash: “¡No puedo orar hoy!” El islam es, después de todo, una religión para hombres.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer. He celebrado este día desde muchos rincones del mundo, cada uno promocionando un objetivo diferente, otra faceta del empoderamiento de las mujeres. Desde sus inicios, se han corregido muchas injusticias, aunque todavía quedan muchas. Hay innumerables cosas a favor o en contra en este día de las abanderadas. El tema de este año es #BalanceforBetter (#Balanceparamejorar) con un mayor enfoque en la construcción de un mundo con equilibrio de género. Algunos podrían argumentar que el mundo pertenece a los hombres, pero las mujeres han estado encontrando y apropiándose de su lugar en él durante bastante tiempo. Sin embargo, en el espectro del islam, la igualdad de género simplemente es inalcanzable.
Mi amigo Prakash encontró después una manera de limpiarse para poder orar nuevamente. Continúa frecuentando la mezquita y estudiando el Corán. El incidente del pájaro ya es cosa del pasado para él. Su esposa tiene una historia completamente diferente. Durante casi una cuarta parte de su vida, Oshu será considerada impura en su propia religión: incapaz de orar, incapaz de ni siquiera asomarse a la puerta de su mezquita y muy posiblemente incapaz de leer su propio Libro Sagrado. La última vez que mi familia vio a Oshu, ella resumió su experiencia con el islam: “Cuando le pido a Alá que me perdone, tal lo haga; tal vez no.”
He vivido entre musulmanes durante bastante tiempo. Rara vez he visto a una mujer entrar en una mezquita para adorar u orar. No es frecuente que vea a una mujer leyendo su propia copia del Corán. Lo que realmente veo es una décima parte de la población mundial que tiene que guardar distancia en su propia religión. Veo mujeres hermosas que no conocen su propio valor porque aún no conocen a Cristo. Veo millones de mujeres a las que no se les ha dicho cómo tener verdaderamente las manos limpias y un corazón puro ante el Dios Todopoderoso.
En este Día Internacional de la Mujer, anhelo que mis amigas musulmanas escuchen el verdadero mensaje de la feminidad: que hay Uno ante cuyos ojos no hay ni hombre ni mujer; que él derramará su Espíritu sobre sus hijos e hijas en igual medida; que las mujeres tenemos un lugar en su reino para siempre, y somos muy valoradas en él, no a pesar de nuestro género, sino precisamente por eso.
Estoy a favor de abogar por los derechos y el empoderamiento de las mujeres en este día trascendental. Promocionaré el progreso que se está logrando y pediré un cambio que aún está por llegar. Sin embargo, sé que el mayor empoderamiento para las mujeres, y especialmente para mis queridas amigas musulmanas como Oshu, proviene únicamente del mensaje vivificante de Jesús. Sólo él es su (y mi) libertad suprema. Aunque las culturas y las condiciones no cambien, las cosmovisiones pueden y deben ser moldeadas por las verdades bíblicas.
Sigo orando por Oshu. Oro diariamente para que ella, junto con los casi 850 millones de mujeres musulmanas en todo el mundo, tengan los ojos de sus corazones abiertos al glorioso Evangelio de Jesucristo. Cuando descubran genuinamente quién es él y quiénes son ellas en él, ese será el amanecer de un día glorioso.